Para no olvidar...

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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Las compras compulsivas son sin horario, ley u orden

Siempre puede ser una época especial para los compradores compulsivos porque, durante las fiestas, se abre la veda para adquirir un sinfín de regalos. Pero en el día a día los medios de comunicación no cesan de bombardear con productos apetecibles.

Sin horario, ni control sobre los gastos, un comprador compulsivo puede llegar a una economía en bancarrota en un lapso corto. Cualquier producto es útil, aunque no siempre “asequible” y no perdona edad, sexo, o estrato socioeconómico.

“Un comprador compulsivo se deriva de una enfermedad o de un trastorno psicológico llamado el TOC, que es un Trastorno Obsesivo Compulsivo” afirmó Ana María Álvarez, psicóloga del departamento de gestión humana de un almacén de cadena.

Además la especialista afirmó que la mayoría de personas que de pronto pueden tener un trastorno obsesivo compulsivo o en este caso ser compradores compulsivos son personas con un nivel de ansiedad alto, que tienen una baja autoestima, y sin autocontrol.

Marta Elena Bedoya es una compradora compulsiva, miembro de una familia acostumbrada a dar “muchos regalos en el año”. La madre y empleada admite que compra, en sus palabras, “bobadas cada semana”, es decir, “una hebillita linda, que un carrito para mi hijo…”.

La mujer víctima del trastorno concretó: “Yo normalmente compro porque veo algo que me sirve, aunque no sea la época, lo compro. Porque luego cuando lo necesite no lo voy a adquirir en ese precio y de pronto no lo voy a encontrar”

Ser un comprador compulsivo es una enfermedad mental. No resulta sano que una persona compre más de lo que tiene y que lleve su vida junto con la de su familia incluso al colapso.

Los ‘infiltrados’ en el instinto incontrolable

En el artículo Cuando el consumo se convierte en enfermedad, que está en el portal web de Terra Networks, se habla sobre la influencia de los medios de comunicación en las compras y los compradores compulsivos.

El sitio web menciona: “La alta exposición a los medios de comunicación, cargados de mensajes que asocian la felicidad con el consumo, no atrapan a todos por igual. A un nivel de apatía que se ha detectado en compradores compulsivos, se suma la falta de actitud crítica y una mayor aceptación de valores e ideas consumistas”.

La necesidad de comprar se ve incitada por publicidades donde la felicidad y un producto son casi que equitativas. La emoción que generan estas compras son pulsiones incontrolables y peligrosas para la salud emocional.

¿Quién no está en este mundo para ser feliz? sería la frase cliché. La felicidad es un valor que se instaló en nuestra sociedad, y el mundo empresarial tomó como premisa y escenario principal una “industria de la felicidad”.

“Las campañas de ‘nosotros’, van dirigidas más a generar mucho valor a los productos, valor agregado. Para los clientes, también hay descuentos, pero no buscamos que la gente con la estrategia que tengamos se sienta compulsiva…” aseguró Jorge Parra gerente comercial de un almacén de cadena.

Evitando comprar por comprar


Visitar un centro comercial o un local comercial en específico es cada vez más fácil por la búsqueda de los mismos a ser accesibles. Pero a su vez el estar en riesgo de la tentación como la compra compulsiva, es mayor.

Las estrategias de venta son difíciles de evadir, los descuentos, las rebajas, los bonos de compra y bonos de regalo. El día del padre, de la madre, de la mujer, del hombre y hasta del árbol por comprar cualquier artículo.

Sin embargo, aunque es difícil evadirlas, hay maneras concretas que pueden prevenir, pero no asegurar, las compras por comprar. Por ejemplo la cancelación de las tarjetas de crédito o tarjetas con cupo bajo pueden significar por lo menos, deudas más pequeñas por pagar.

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