Para no olvidar...

Todos los seres humanos nacemos siendo originales y únicos. Lamentablemente muchos mueren copias. A.L. - Haz lo tuyo, siempre.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Mi felicidad y yo rumbo al desierto

No es que seamos 2 cosas aparte. Somos una misma. Solo que a veces ella me lleva de la mano, porque va corriendo y como siempre yo apenas puedo alcanzarla. Bueno, para eso vivimos: para ser felices. O por lo menos eso es lo wue me han enseñado en mi casa, mom and grandma'.

En este momento me quedan 10 horas de viaje en un bus un tanto incómodo. Tengo un señor al lado que debe operarse los cornetes o por lo menos comprar esas banditas de "Respira mejor". a mi derecha está Jenny. Ella es como yo. Es de Nueva Zelanda, tiene 19 años y vienecon su corazón cargado de emociones. Yo la conocí en el aeropuerto.
Ahora viajamos junto a otros chicos hacia el oasis que queda en el desierto Siwa.

Está Nestor que es de Grecia, Juliana de Bogotá, Valentina de Costa Rica, otra chica de nombre impronunciable (créanme, es más impronunciable que el mío) de Polonia. Estamos en este oscuro autobus con otros cuantos egipcios.

Jenny y yo estamos en el asiento trasero por compramos nuestros tiquetes después. Así que algunos egipcios nos miran y nos dicen cosas como "Welcome to Egypt". Ellos comieron pan, mientras nosotras comimos unas hamburguesas malucas que compramos antes de salir de viaje. Vaya que extraño el sabor de las salsas de mi país.

Ayer en la noche no podía dormir. Un amigo vía Whatsapp me preguntó si él me estaba trasnochando y yo le dije:"no, solo somos mi felicidad y yo".

Hekma, mi host,la señora que me recibe,cuida y alimenta en el orfanato me llevó a un mercado popular, junto a Zeinab, la otra chica que trabaja en el orfanato. Jamás olvidaré el olor de aquel mercado lleno de frutas, que por un momento me transportó a mi país. Por que sí, yo si disfruto de los colores de mi montaña y me gusta cuando voy a los pueblos oler la yuca recién cosechada, el pimentón, el perejil, la manzana verde que llevo a la universidad en papel aluminio que muchos han visto.

Caminamos, caminamos, caminamos. Me invitaron a probar "Hot", una bebida caliente, con garbanzos. Ellas 2 la pidieron picante, yo solo con menta. No me gustó. Demasiado salado para mi gusto, era como poner sal directamente en tu boca. Ellos lo usan para las frías noches egipcias. El señor dueño del carrito ambulante me presentó su familia, aunque no entendí mucho, me dijo que debía tomarme una foto con su familia, imprimirla y luego volver a llevarla para pegarla a su carrito. Además me dio a probar unos granos que se llaman "termes", amarillos como los garbanzos pero dulces. Fue realmente especial.

Caminamos más hasta llegar a unas busetas. Ya saben, Cairo es una locura, aquí manejan como locos, no hay carro que esté sin chocar, para ellos chocar es tan normal como comer. No respetan las señales de tránsito, no hay límites de velocidad, hay como 4 semáforos en todo Cairo, no hay zebras o "PARE". Prácticamente necesitan un Mocus aquí urgente.
Subimos a una y todos los hombres empezaron a mirar mi cabello. Recordé a las niñas del orfanato preguntándome por qué mi cabello es blanco y negro, por qué May, por qué. Allí, unos señores sentados al lado de los puestos de venta me pidieron tomarles una foto. Su foto obtuvieron.

Llegamos al mercado, algo similar a "El Hueco" en Medellín. Fue lo más divertido que he hecho.
Caminé con Hekma y Zeinab, compré un regalo para mi hermosa y especial abuela, luego comimos Koshary, un plato especial de aquí con lentejas, espagueti, fideos, arroz y otras cosas, realmente delicioso. Luego me medí un vestido típico, negro, hermoso y fuí felíz.
Luego Hekma em enseñó a cubrirme el cabello, como lo hacen aquí normalmente. Fue lo más emocionante de mi vida. Nunca podré explicarles esa sensación. Algunos pensarán que estoy loca, yo pienso que fui musulmana por una vez en la vida.

Caminamos y compramos un regalo de bodas para una amiga de Hekma. Casarse en Gipto es la manera más legítima para irse de la casa, sobre todo si eres mujer. Zeinab, por ejemplo, se casó y está enamorada de su primo. Para unos es una locura, para ella en su sociedad está casada a sus 23 años.

Luego de dar vueltas, regresé y compré el vestido. Era mi única oportunidad.

Hekma compró una pashmina para mi mamá que yo elegí. Y así concluyó cuando la felicidad se produjo en mí y sonreí hasta tener dolor en los cachetes. Veremos que me traera el desierto. Solo espero que no tenga que ver con serpientes porque realmente dan miedo.

















miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ahora hago parte de Cairo

A diferencia de muchas experiencias que otros chicos han tenido, a mí si me recogieron en el aeropuerto.

Bajar del avión, tomar un bus interno, pasar inmigración, esperar la maleta (sabiendo que a muchas personas no les llega) y luego realizarse de que en verdad has atravesado el Atlántico, muchos ojos sobre tí de señores con barbas y vestidos largos y ropa cubriendo la cabeza, en ocasiones hasta la cara de las mujeres, no hablas árabe, no ves a nadie de los que te van a recoger, encima tienes a una amiga reciente que conociste en el vuelo hasta Cairo, es de Guatemala que viaja a Alejandría al proyecto que por poco elijo y que gracias a una amiga me dijo que era malo no lo elegí. Ella comienza a llorar de la emoción cuando se baja del avión. Está muy emocionada. Su nombre es Sofía. Yo simplemente no puedo decir nada.
No podía creerlo. Aún tengo momentos en que no puedo creerlo.

Había muchas personas en el aeropuerto, logro pasar por un pequeño espacio con mi maleta y veo la cara de Amr Ehab, el responsable de mí y de mi proyecto. Luego veo a Mohamed Sawy, él es el encargado de que yo esté bien. Smile. Respiro. Cambio mi chip de lengua. Me "echo" la bendición, respiro de nuevo. Estoy bien. Estoy en Cairo. Sonrío de nuevo. Me emociono. Saludo. Abrazo a todos los que están ahí. Le doy gracias a Dios y le pido entendimiento.
Les digo que debo avisarle a mi mamá. Sawy me regala un minuto, me dice que llamar es muy barato. Mamá contesta. Smile again. Dios me ama. Le grito a mamá que estoy en Cairo, que estoy bien, que ya voy al orfanato. Respiro por última vez y comienzo a observar. Cambio mis primeros dólares.

Sí, hay polvo pero sin exagerar, no como algunos me preguntan. Todo está en árabe, pero algunas personas hablan inglés. También en algunos lugares hay números de los nuestros.
Los hombres me miran raro. Las personas miran mi cabello. Voy dentro del carro de Sawy.

Luego de unos minutos, me explican que vamos a un lugar a celebrar mi llegada, que mas tarde iremos al orfanato. Comienzan a hablarme, contarme y preguntarme por cosas.
Si usted, señor lector me conoce sabrá que yo hablo mucho. Esta vez, yo simplemente no tenía palabras. Parecía una pequeña mirando por la ventana. Incluso Sawy me dijo que por qué tan callada. Y yo pensé: "Este no me conoce" jajajaja.

Fuimos a un lugar que me encantó, porque tenía karaoke. Allí recibí una cerveza gigante a la que me invitaron. Estaban por cerrar el lugar. Esa era la última noche abierto.

Llegué al orfanato. Tenía miedo. ¿Dónde dormiré? ¿Cómo será?
Un señor de barba me recibió. Tenía mucho susto.
Luego conocí a Hekma. Me presenté, el "May" se le hizo fácil.
Recibí mi cuarto. 2 camarotes, buen colchón, un closet para mí de tres que tiene la habitación.
Me dieron llave del cuarto.
Conocí el baño:tenía sanitario. Respiré.
Organicé mi ropa y dije para mis adentros, ahora sí "let's do it!".

Hoy es mi tercer día aquí. Ya tengo celular e internet en mi ipad. No me funciona el skype, pero al menos puedo comunicarme por otras redes sociales.

Cada vez me doy cuenta que la cultura no es tan difícil o cerrada. Las niñas del orfanato me quieren. Me abrazan, quieren tocarme siempre el cabello, la cara, darme besos.
Apenas me estoy aprendiendo sus nombres.

Hoy fui a cine y antes de entrar a la sala, mi amigo Safwat me estuvo enseñando los números.
Ya se decir gracias.
Algo es algo.
Mi reto es aprendérmelos esta semana.

Muchos retos para el viaje.
Ahí van algunas foticos. :D











jueves, 22 de noviembre de 2012

Atravesar el Atlántico

No todos los días viajas tantas horas y logras atravesar el Atlántico.
Nunca le he temido a los aviones ni soy de las que suda cada vez que el ruido del despegue aturde los oídos. Sin embargo, debo reconocer que en la noche eché un vistazo a la pantalla, mientras el dibujito del avión en medio de la inmensidad del mar no avanzaba.

Acostumbro a tener ángeles cerca de mí. Como aquel señor del que no se el nombre que me intercambió un asiento de pasillo por el de ventana. "Al fin que no vamos a ver nada", dijo con acento español.
La verdad no quize comer nada, carne o pastas no son mi menú favorito en términos de comida de avión. Aquel amable señor me regaló su pan, ya que la azafata no quizo darme un pan sin comer uno de los deliciosos platillos anteriormente mencionados. Es ridículo, lo se. Todo para encontrar después una bolsa llena de panes sobrantes cuando por fine decidí pararme al baño.

Sobra recordar la incomodidad de dormir en un avión. Incluso si tu compañero se va hacia atrás puesto que el vuelo iba realmente vacío. No sé como hubiese soportado tantas horas en una sola silla. Agradecí que se retirara.

Bajé del avión y un señor, con una que otra arruga en su rostro me preguntó hacia dónde me dirigía. Le indiqué mi conexión al Cairo. Preguntó el motivo del viaje. Le indiqué el motivo, pero no recibí de vuelta mi pasaporte, hasta caminar muy, muy, muy lejos a una oficina donde seguro estaban revisando mi estatus legal.

Me ahorré ir por mi maleta. Bueno, solo espero que no me la abran como la abrieron en El Dorado, donde una de las 20 cajas de colores que llevo fue víctima de una puñada. Así mismo el plástico en que mamá decidió cubrir la maleta. Y ni hablar de la plastilina.
Yo estaba impresionada. Me llamaron por el alto-parlante, con mi inconfundible nombre, caminé, caminé, caminé, tomé un ascensor y caminé de nuevo para llegar a abrir mi maleta. No llevaba nada malo, pero igual me dio vacío en el estómago. Son horribles esos controles. De verdad que aquel que haya llevado droga y haya salido exitosamente es un "berraco".

Tras cruzar por primera vez el Océano Atlántico (¿Notaron que dije océano y no mar?, se oye más grande jaja) me encuentro en el aeropuerto de Barajas, Madrid, España. Con "Jingle Bells" de fondo, haciéndome sentir en una de esas películas que dan los fines de semana de navidad, en donde el padre olvida comprarle el regalo a su hijo y la figura en acción se encuentra agotada.

Es que "estar del otro lado del charco" no se ve todos los días. Es como para gritar:"¡mamá, estoy triunfando!". Sí, ya se, estoy exagerando... Pero ¿Qué sería de las historias del mundo sin la hipérbole?

Luego les cuento más.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Que comience la "chocoaventura"

Mañana comienzan tal vez los dos meses más emocionantes de mi vida.
De ante mano me disculpo por los errores de ortografía que pueda tener en un futuro, de que tal vez todo se convierta en mi, como un personaje principal en la historia y que las fuentes personales queden a un lado.

El inicio de la chocoaventura va Bogotá-Madrid-Cairo... Ya se imaginarán a este cuerpo hiperactivo 15 horas en avión. Primer reto: no enloquecer en el viaje.

En realidad estoy impactada la cantidad de gente que me dio la bendición. Abrazos llenos de amor y energía. Una persona en especial me regaló su paciencia.

Solo queda triste mi abuelita. Mi mejor amiga de 70 años. A la que le debo mi familia. Pero ¿Cómo explicarle que voy a enseñar todo lo que ella me ha enseñado? ¿Cómo explicarle que voy con la energía y el corazón repleto de enseñanzas para dar? Solo espero que no llore por Skype. Jijiji (no le digan que dije eso)

Señores, con todo empacado, me despido con la deuda de continuar escribiendo sobre mi experiencia. Al mejor estilo Mayteck: Nos veremos para una próxima ocasión, Egipto me espera.

Egypt, where it all begins.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Para ser víctima en Colombia, sólo se necesita la cédula


El mundo entero se encuentra con los ojos puestos en la Negociación del Conflicto Armado que se está llevando a cabo por estos días en Noruega. Venezuela opina, Estados Unidos apoya el proceso, Cuba brinda su experiencia y confianza con las Farc, la opinión pública hace de las suyas, pero sólo las víctimas que en un silencio incómodo llevan su tejido social roto son las que verdaderamente evidencian un conflicto que viola reglas más allá del Derecho Internacional Humanitario.

Aproximadamente 4 millones de colombianos han sido víctimas del desplazamiento forzado. Más de 11.000 niños han sido reclutados, violados o afectados por el conflicto armado. Datos que no tienen en cuenta a colombianos que murieron en su desplazamiento o niños que cumplieron la mayoría de edad en las filas de la guerrilla.

Es cierto que en Colombia solo necesitamos la cédula para ser víctimas, porque seguramente todos hemos sufrido las secuelas de alguna u otra forma del conflicto armado. Algunos de manera directa, otros no tanto. El conflicto armado es un problema que nos compete a todos, no sólo a aquellos que se encuentran vulnerables directamente a ser víctimas o que ya lo han sido, no sólo le compete a las poblaciones rurales, es un problema de país.

Por ejemplo, es común escuchar historias de las familias que viven en el departamento de Antioquia sobre sus viajes a las playas de Tolú y Coveñas, en donde se encontraban en las carreteras los retenes ilegales por parte de los grupos armados. Victimarios que pedían gasolina, comida o a veces simplemente preguntaban el lugar de destino como si fueran una entidad estatal. También está el amigo del tío al que le secuestraron el papá. O la mamá del alumno que es desplazada de Dabeiba. O bien, viajando un poco más lejos, el familiar “lejano” que trabajó con lavado de activos o traficó con narcóticos. Y ni hablar de la conocida que es trabajadora social y va a las laderas de la ciudad para ayudar a desplazados a reubicarse y mejorar su calidad de vida.
Ese es el país en el que hemos construido nuestra realidad. Un país donde los imaginarios colectivos de violencia son altos, bueno, que a veces no son tan imaginarios. Somos un país que en cada noticiero está a la espera de una noticia sobre las Farc para decir: “¿Otra vez?¿Ya que hicieron?”. El conflicto armado se nos ha convertido en un tema más de la agenda cotidiana.

Para nosotros como colombianos no es fácil tomar una disposición y actitud de diálogo, de recuperación de la paz y la tranquilidad, pero debemos hacerlo. La negociación de paz puede que se selle de manera diplomática, protocolaria y simbólica en una mesa en Noruega, pero la realidad la vivimos cada uno de nosotros que estamos identificados ante la registraduría como colombianos.

¿Alguna vez ha usted escuchado decir que somos un país violento? ¿Cuántas veces logró ver por televisión la agresión física que le realizó Elianis Garrido, una de las participantes del Reality Show Protagonistas de Nuestra Tele II al otro participante Oscar Naranjo? Después de casi 50 años de tener un conflicto interno en el país, es complicado preguntarnos por qué somos tan violentos, pero a la vez tan felices. Porque sí, somos uno de los países más felices a nivel mundial. 

La paradoja se extiende aún más, cuando debemos ser nosotros quienes protagonicemos la reincorporación de los victimarios a la sociedad. Nosotros, el pueblo, somos quienes legitimamos al Estado, pero a la vez somos quienes debemos comenzar a perdonar sin olvidar.

Mientras la mesa de negociación se esté llevando a cabo, las políticas públicas deberían estarse direccionando cada día más fuertes para que el gobierno sienta el apoyo de los ciudadanos. Para que juntos trabajemos en pro del mismo objetivo. Porque de nada sirve que las Farc se desmovilicen si el pueblo no está dispuesto a perdonar.
Muchos dirán, pero que difícil es la paz cuando hay hambre, teniendo en cuenta que cerca del 20% de los habitantes viven en condiciones de pobreza absoluta. Pero yo digo algo, que difícil es calmar el hambre cuando hay guerra.  


sábado, 20 de octubre de 2012

"Pensar en una universidad es como algo del otro mundo"

Jorge Mario Tuberquia me regaló su historia en medio del calor de Santa Fe de Antioquia. Pues mientras para muchos este sector es un destino turístico, para otros, representa la oportunidad de estudiar. 

Debemos dejar por sentado que a todos nos jodieron con ese cuento de "ser alguien en la vida", y bueno debemos también aceptar que no toda la culpa es de Coehlo. Sin embargo, la historia de Jorge Mario nos brinda otra perspectiva de lo que es mantener a tu familia y ayudar a tu prójimo.

Nos encontrábamos en una salón de la Corporación Tecnológica de Occidente. Allí acercamos un par de sillas y nos abstraímos por un momento de las fiestas del Tecoc para que este personaje comenzara a narrar su historia.

Oriundo de Dabeiba, Jorge Mario Tuberquia perdió a su padre con tan solo tres meses de edad. Según él, en la vereda siempre habían matado gente y al final no se sabía quién, entonces su familia creció a costa de una madre que en ocasiones hacía de padre. 

En 2003, fueron víctimas del desplazamiento. En ese entonces, toda su siembra de café fue víctima de una plaga llamada la "broca" y ante la falta de insecticidas, el desconocimiento embargó la situación, generando la pérdida de la cosecha. Más tarde se trasladan hacia la casa de un familiar en el oriente antioqueño.  Allí, Jorge Mario pudo culminar sus estudios de secundaria y a fuerza de lidias trabajar los fines de semana. 

Cuenta el protagonista, que su casa quedó a cargo de un primo que no la cuidaba. Expresa él, porque "lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta". 
Luego, pasó a manos de una hermana. Más tarde, a manos de varios vecinos, pero solo hasta 2010, Jorge pudo regresar a su tierra con su madre.

Actualmente, este interesante personaje se encuentra estudiando Administración Agropecuaria los sábados y domingos. Cada fin de semana viaja más de 3 horas por carretera destapada en su moto para llegar al Tecoc. Se encuentra cursando sexto semestre.

Se considera un líder en la vereda, porque a partir de lo que ha aprendido en esta corporación, formuló un proyecto sobre Cacao. Toda su vereda lo apoya y cree en él, hoy en día diferentes familias apoyan su sustento en el nuevo sembrado que cada día es más limpio y productivo.

Los invito entonces a escuchar un fragmento de la historia de este personaje. 


sábado, 13 de octubre de 2012

Y ese día conocí mi ángel guardián

Señor lector, 

Antes de que comience a leer estos párrafos le indico que no siempre escribo tan cursi, que mi corte es tenaz e irreverente, que la indolencia a veces mata mi inocencia pero que esta vez solo afloró la subjetividad.

Si mis profesores leyeran esto dirían: "Estas dándo una posición" "No tienes fuentes para argumentar más que tus imaginarios" Pues bien, me disculpo de ante mano, porque muy seguramente este artículo lo haré para romper esas reglas. Bueno, no todas, yo soy la fuente y víctima ¿No se vale?

Miércoles 10 de octubre, 11 y media de la mañana.

El día atareado y con pico y placa me hizo acelerar mi paso en todo.

Para colmo de males debía parquear y en la Universidad no me dejaban entrar el carro. Confieso que no me da rabia el pico y placa, ni andar a 60. De hecho amo el deber ser. De hecho rezo para que cada día cojan a más y más borrachos en los retenes. Sí, porque por ejemplo mi mamá trabaja hasta tarde y madruga muy temprano, no me gustaría que uno de esos que a las 6 a.m. aún no ha terminado su rumba me deje sin mamá. Está bien, lo reconozco, a nadie le gustaría. 

La indecisión el día anterior era increíble. "Yo te llevo, tu me llevas, yo te espero, dónde parqueo, a qué horas salgo, a qué horas sales". Mamá como siempre dándo respaldo a nuestras vidas. 
Tan sólo esa vez no escuché mi corazón. Primer error.

Segundo error: Hablar por celular mientras caminas en la calle.

Como diría un profesor: "Esa es la premisa dramática, ahí está el punto de explosión".

No sólo se robaron mi celular o mi computador, mis 2 usb, la plata de mi cumpleaños, mis papeles, una mandarina, mi sombrilla.
Aquella mandarina que solía reclamarle al policía en el denuncio. 
Se robaron un poquito de mí, se robaron trabajos, escritos y letras que me definen. 

Fue ahí donde me dí cuenta que no me daba cuenta que estaba bien, ¡estaba bien!, que estaba viva, que podía continuar con mis sueños. Porque si, por muy irónico que suene en un atraco te das cuenta en serio de que estás vivo, de qué tan grande eres, de qué tan sensible es tu alma y cómo sale al descubierto. 

Sin 200 pesos, que no sé por qué aún no he comenzado a imaginarlos con la nueva moneda, llegó un Juan José, que resultó ser policía. Con el que, como si lo conociera de toda la vida, me monté con la estúpida ilusión de coger la placa de la moto. (Tercer error).
Un policía vestido de civil que andaba de vacaciones. Entonces comprendí, que ese día conocí a mi ángel guardián

martes, 4 de septiembre de 2012

Mi primera columna y me declaré indolente


Este escrito está hecho en honor a Alejandro Gaviria. Un apreciado columnista que el sábado 1ro de septiembre se despidió diciendo “Va mi última columna”.

Esta vez, decidieron darme oficialmente el honor de escribir una columna de opinión. Sí, tal vez será muy atrevido pero de eso se trata. De no cometer el error de la Azcárate, escribir por escribir y olvidar poner el dato en primera persona. Gracias a ese tipo de situaciones uno aprende.

Descubrí mi otra gran pasión, la comunicación política y junto con ella una temática álgida: la discriminación racial.

Sí, esa que tanto vimos en el Twitter de la atleta griega Voula Papachristou expulsada de los Juegos Olímpicos Londres 2012, en donde expresaba que: "Con tantos africanos en Grecia... los mosquitos del oeste del Nilo comen por lo menos comida casera".

Días atrás debatía en una sesión de grupo sobre discriminación. Algunos cuestionaban al gobierno, otros al cuarto poder, otros como yo, nos situábamos incluso en la familia. Pero sólo alguien encontró el “clic” del asunto: la indolencia.

La problemática de la discriminación racial no sólo radica en el rechazo físico, sino en su poder como una violencia simbólica que data desde tan nombrado señor Cristóbal Colón.

Camilo Aguirre, un estudiante de ciencias políticas expresaba en ese encuentro que “antes de América, Europa solo se comparaba a sí misma. África solo era un socio al que le compraban telas o pastas”.

Eso de ver al “otro” tan lejano a mí, parecería absurdo en estos momentos, pero sin embargo, encontramos que como sociedad aún tenemos el proyecto de articularnos, si bien mediante el lenguaje, también mediante nuestros actos y sin duda mediante el reconocimiento del otro.

Una profesora de comunicación transcultural un día me dijo: “Uno no es nada si no es reconocido por el otro”. Pero parecemos olvidar que ese otro, puedo ser yo. Que yo puedo ser el otro de ese otro. Y peor aún que el olvido del otro trasciende a la construcción social y nos hace cuestionarnos si verdaderamente somos una sociedad viable.

Que en las películas siempre mueran los de piel oscura, que no hayan protagonistas de piel oscura, que a las minorías se les llame “minorías” son precisamente los resultados de una violencia que sin aparecer todos los días en los medios con un nombre inventado como “gidispolítica” u otros clichés periodísticos tiene más víctimas que la violencia física. Además, una violencia que se ve evidenciada en el lenguaje mismo.

Se me hace una necesidad citar una frase que sin duda merece ser el título de esta columna, pronunciada en aquella tan nombrada sesión por el maestro Adolfo León Maya: ”La identidad nuestra no está en la genética, la identidad nuestra está en nuestra historia”.

Y fue ahí donde entendí que el poder por ejemplo de Jesucristo, de esa cruz, “de dos palitos cruzados” como el maestro Maya la llama, está en su historia. No en su tez caucásica y cabello castaño con hondas que sin duda son descripciones físicas que dirigen a todo menos a una persona árabe.
Porque en términos de comunicación política no hay un mensaje que pueda mover a tantos fieles como la cruz.

En marzo de este año (2012) tuve la oportunidad de ingresar a una organización llamada Aiesec. Durante un seminario de preparación en Bogotá, conocí a Caíque Diniz, un brasilero de 22 años que estaba en Colombia trabajando con la comunidad y aprendiendo en Aiesec Colombia. “Yo aprendí a conocer personas, aprendí a conocer cosas que yo creía que eran malas  o no eran correctas. Son sencillamente diferentes y hay que entender y hay que adaptarse. Saber que mi ciudad de 40 mil personas no es todo el mundo que existe. Esa fue la concepción que la sociedad siempre me metió en la cabeza”, me contaba un día tras un café y un cigarrillo.

Aiesec es sin duda, la muestra clara de una lucha contra esa indolencia que vivimos frente a fenómenos como la discriminación racial. Esa indolencia de la que somos víctimas porque el problema no nos afecta directamente, no nos incumbe o simplemente no nos ha pasado.

Entonces fue ahí cuando me dí cuenta que era una indolente. Me realicé que socialmente estaba aceptando de una u otra forma la discriminación racial. Que desde mi yo veía normal una expresión como “minoría” porque en el fondo siempre pensaba “No soy de la minoría” y entraba un fresquito casi similar al de La Rosa de Guadalupe.

Entendí que no basta con que en la Constitución Política de Colombia, en su artículo 13 se prometa igualdad sin importar la raza o que en su artículo 1 se defina a Colombia como un país pluralista. De nada sirve una constitución que no está legitimada en su pueblo.

Y es entonces cuando entendí esa delgada línea entre ser malo y ser un bueno indolente.  



miércoles, 22 de agosto de 2012

Miguel Pajón, el tuitero detrás de la “Niña Dorada”


Mediante Skype, sentado en el sillón azul desde Australia, allí mismo donde gritó cuando su hermana adquirió el título de campeona, Miguel Pajón se conectó con nosotros y decidió contarnos un poco cómo vivió la experiencia de la “Niña Dorada”.

Miguel Pajón, hermano de la ganadora de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Londres 2012, Mariana Pajón,  siempre ha estado a su lado mostrándole su apoyo incondicional. Es el hombre encargado de las comunicaciones y relaciones públicas de Mariana, pero además es apoyo y firmeza para la campeona.

Durante la estadía de Mariana en Londres, Miguel se encargó de manejar las relaciones públicas de su hermana por medio de redes sociales como Facebook y Twitter, donde informaba día a día sobre las actividades de su hermana, las fechas de competencia y respondía los mensajes de cariño a los miles de seguidores de Mariana. Lo que muchos no saben es que este joven se encuentra estudiando en Australia y desde allí realizó el cubrimiento del proceso de su hermana en Londres.

Se define a sí mismo como “repotwittero debido a su labor durante los Juegos Olímpicos. Miguel expresa que aunque es una labor exhaustiva, es una labor muy bonita ya que tiene la posibilidad de ver mensajes hermosos. Pudo contarle a Mariana cómo recibió el mundo su medalla de oro. 

Miguel afirma que su hermana siempre estuvo muy enfocada trabajando en cada uno de los aspectos de su preparación y que por la misma razón, su triunfo fue muy merecido.  Además de Miguel, Mariana estuvo acompañada por su familia en su triunfo y cuentan que se agarraba la cabeza y miraba al cielo como si no lo pudiera creer.

Hicimos una conexión vía Skype con él y esto fue lo que nos contó:
(Mira el video en mi canal de Youtube).

¿Qué tal ha sido esta experiencia mediante Twitter?

“Yo empecé con el tema del Twitter hablando de Mariana, básicamente porque  desde el principio de su carrera, ella había sumado logros muy importantes para Colombia y no se le prestaba la atención que se le está dando ahora.
Para Colombia siempre ha sido mucho más importante hablar del fútbol o algún otro deporte. Eso fue lo que me impulsó al principio a hacer todo un movimiento con las actividades de Mariana y sus logros.

Después empezamos con el tema de manejar las relaciones públicas, eventos, contactos con periodistas y hacer uso de las redes sociales ya que le estaba quitando demasiado tiempo a Mariana.  Queríamos que ella pudiera dedicarse solamente a entrenar, a sus carreras. Una persona cercana a ella que supiera cómo manejar las cosas, que se encargara de manejar todo esto”.

¿Quién es Miguel?
“Yo soy el hermano mayor de Mariana, soy automovilista y fui bicicrocista mucho tiempo ya que esa es la goma de la familia. Soy estudiante de derecho de la Universidad Eafit. Me encuentro haciendo un curso de inglés para negocios en Melbourne, Australia”.

¿Has practicado algún deporte como lo ha hecho tu hermana?

“Sí, como te cuento, siempre estuve con el tema del bicicrós. Mariana empezó a correr en bicicrós porque me acompañaba a mí a todas las carreras, a los entrenamientos, a todo. Entonces yo fui quien le ayudó a ella a arrancar con todo el tema del deporte. Yo fuí bicicrosista y como a los 12 años tuve un accidente y me tocó dejar el bicicrós”.

¿Dónde estabas en el momento en que Mariana es bautizada como “la Niña Dorada”?

“Cuando Mariana ganó, estaba aquí, exactamente sentado en este mismo punto, en Melbourne. Desafortunadamente”.

¿Cómo fue esa reacción,  cómo te enteraste?

“Estábamos viendo la carrera en el televisor. Yo compré  el derecho al canal para poder verla y mientras tanto estaba en contacto telefónicamente con mis papás que estaban allá”.

¿Cómo es el ambiente familiar en casa?

“Mi familia siempre ha sido muy deportista, mi papá era bicicrosista hace por hay 35 o 40 años. Mi mamá es deportista igualmente. Mi papá fue bicicrosista hasta que se fracturó uno de sus pies y no pudo seguir corriendo. Es una persona que  todos los fines de semana monta en la casa porque le encanta.

Mi mamá compitió en equitación, compitió en voleibol, el deporte siempre ha sido muy cercano a mi familia. Mi mamá desde que empezó la carrera de Mariana nunca ha faltado a un entrenamiento y viaja con ella. En caso de que no pueda, viaja mi papá  o unas veces viajo yo”.

¿Ya que en las pistas Mariana es tan agresiva, tan competitiva, cómo es en la casa?

“Mariana en la casa es una persona muy perfeccionista. Le gusta tener sus reglas, es muy cumplida. Es una persona muy perfeccionista, pero igualmente es una persona demasiado carismática.  Es muy alegre, es muy coqueta, que le gusta llamar la atención por su carisma, por su ternura, por su sonrisa. Es una persona muy bonita., en todo el sentido de la palabra”.

Los hombres en Colombia la tienen en las fotos de sus perfiles… ¿Qué piensas de eso?

“Mariana aparte de lo grande, de lo linda, es una persona muy bonita. Tiene unos rasgos muy lindos y ha llamado mucho la atención. Me he  dado cuenta que tiene más de un pretendiente”.

¿Cómo le cambia la vida a la familia Pajón Londoño cuando se dan cuenta que ya Mariana es famosa?

“Yo pienso que la vida no debe cambiar, nosotros somos una familia con muchos valores, con un corazón. Seguiremos siendo la misma familia unida, alegre, la misma familia que sale a comer juntos, los mismos tipos de personas.

Queremos siempre manejar el mismo perfil, aunque a veces es complicado.  Tenemos muchos ánimos para poder seguir cosechando las cosas por el camino que son. Pero por ahora yo creo que nos vamos a dedicar a cumplir compromisos y procurar mantener la misma sencillez que siempre nos caracteriza”.

¿Qué hace Miguel en los ratos libres?

“Pues ahora que estamos en Twitter y en las redes sociales, eso casi es un trabajo de 24 horas, así que me toca combinar todos los ratos libres con esa actividad.  Afortunadamente por estos días se presta. Yo no me imagino esta labor unos años atrás que no tenía acceso por ejemplo en el celular a todos los sitios.  Por ahora, en mis ratos libres soy muy amiguero, me encanta chatear con mis amigos, estudiar,  enviar tuits y de resto dedicarme a la familia. Todo lo que hace una persona normal”.

¿Cómo celebras ese triunfo de Mariana desde lejos?

“Cuando recién hizo el triunfo yo no lo podía creer, yo era aquí sentado y no sabía cómo reaccionar. Fue algo muy bonito y más uno sabiendo cómo se ha preparado Mariana, cómo ha sido el esfuerzo que ella le ha metido y sabiendo lo que significa para ella. El sentimiento fue muy grande, de mucha alegría, de mucho orgullo. Una sensación que hay que vivir para poder describirla. Fue una cosa de locos. La carrera fue como a las dos de la mañana”.

¿Cuándo regresas a Colombia?

“Por ahora tengo planes de regreso en enero”.

¿Qué viene para ustedes, para ti y para Mariana?

“Yo creo que hay que aprovechar el momento que Mariana está teniendo para volverla un ejemplo, para el futuro del país, para el futuro del deporte colombiano. Yo pienso que vamos a empezar a trabajar, a afianzar todos los conocimientos que le faltan para volver su carrera, una carrera deportiva y volverla una influencia muy positiva para los jóvenes.

Yo creo que Mariana tiene que convertirse en la esperanza de los jóvenes. En que tienen que darlo todo y pensar de una mejor manera,  no sólo en el tema del deporte.  Yo creo que Mariana tiene que convertirse en una influencia muy positiva para todos. Trabajar desde la parte legal, trabajar desde la parte de alianzas políticas y hacer un trabajo muy bonito. Tenemos que aprovechar la oportunidad que estamos viviendo”.