Para no olvidar...

Todos los seres humanos nacemos siendo originales y únicos. Lamentablemente muchos mueren copias. A.L. - Haz lo tuyo, siempre.

sábado, 20 de octubre de 2012

"Pensar en una universidad es como algo del otro mundo"

Jorge Mario Tuberquia me regaló su historia en medio del calor de Santa Fe de Antioquia. Pues mientras para muchos este sector es un destino turístico, para otros, representa la oportunidad de estudiar. 

Debemos dejar por sentado que a todos nos jodieron con ese cuento de "ser alguien en la vida", y bueno debemos también aceptar que no toda la culpa es de Coehlo. Sin embargo, la historia de Jorge Mario nos brinda otra perspectiva de lo que es mantener a tu familia y ayudar a tu prójimo.

Nos encontrábamos en una salón de la Corporación Tecnológica de Occidente. Allí acercamos un par de sillas y nos abstraímos por un momento de las fiestas del Tecoc para que este personaje comenzara a narrar su historia.

Oriundo de Dabeiba, Jorge Mario Tuberquia perdió a su padre con tan solo tres meses de edad. Según él, en la vereda siempre habían matado gente y al final no se sabía quién, entonces su familia creció a costa de una madre que en ocasiones hacía de padre. 

En 2003, fueron víctimas del desplazamiento. En ese entonces, toda su siembra de café fue víctima de una plaga llamada la "broca" y ante la falta de insecticidas, el desconocimiento embargó la situación, generando la pérdida de la cosecha. Más tarde se trasladan hacia la casa de un familiar en el oriente antioqueño.  Allí, Jorge Mario pudo culminar sus estudios de secundaria y a fuerza de lidias trabajar los fines de semana. 

Cuenta el protagonista, que su casa quedó a cargo de un primo que no la cuidaba. Expresa él, porque "lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta". 
Luego, pasó a manos de una hermana. Más tarde, a manos de varios vecinos, pero solo hasta 2010, Jorge pudo regresar a su tierra con su madre.

Actualmente, este interesante personaje se encuentra estudiando Administración Agropecuaria los sábados y domingos. Cada fin de semana viaja más de 3 horas por carretera destapada en su moto para llegar al Tecoc. Se encuentra cursando sexto semestre.

Se considera un líder en la vereda, porque a partir de lo que ha aprendido en esta corporación, formuló un proyecto sobre Cacao. Toda su vereda lo apoya y cree en él, hoy en día diferentes familias apoyan su sustento en el nuevo sembrado que cada día es más limpio y productivo.

Los invito entonces a escuchar un fragmento de la historia de este personaje. 


sábado, 13 de octubre de 2012

Y ese día conocí mi ángel guardián

Señor lector, 

Antes de que comience a leer estos párrafos le indico que no siempre escribo tan cursi, que mi corte es tenaz e irreverente, que la indolencia a veces mata mi inocencia pero que esta vez solo afloró la subjetividad.

Si mis profesores leyeran esto dirían: "Estas dándo una posición" "No tienes fuentes para argumentar más que tus imaginarios" Pues bien, me disculpo de ante mano, porque muy seguramente este artículo lo haré para romper esas reglas. Bueno, no todas, yo soy la fuente y víctima ¿No se vale?

Miércoles 10 de octubre, 11 y media de la mañana.

El día atareado y con pico y placa me hizo acelerar mi paso en todo.

Para colmo de males debía parquear y en la Universidad no me dejaban entrar el carro. Confieso que no me da rabia el pico y placa, ni andar a 60. De hecho amo el deber ser. De hecho rezo para que cada día cojan a más y más borrachos en los retenes. Sí, porque por ejemplo mi mamá trabaja hasta tarde y madruga muy temprano, no me gustaría que uno de esos que a las 6 a.m. aún no ha terminado su rumba me deje sin mamá. Está bien, lo reconozco, a nadie le gustaría. 

La indecisión el día anterior era increíble. "Yo te llevo, tu me llevas, yo te espero, dónde parqueo, a qué horas salgo, a qué horas sales". Mamá como siempre dándo respaldo a nuestras vidas. 
Tan sólo esa vez no escuché mi corazón. Primer error.

Segundo error: Hablar por celular mientras caminas en la calle.

Como diría un profesor: "Esa es la premisa dramática, ahí está el punto de explosión".

No sólo se robaron mi celular o mi computador, mis 2 usb, la plata de mi cumpleaños, mis papeles, una mandarina, mi sombrilla.
Aquella mandarina que solía reclamarle al policía en el denuncio. 
Se robaron un poquito de mí, se robaron trabajos, escritos y letras que me definen. 

Fue ahí donde me dí cuenta que no me daba cuenta que estaba bien, ¡estaba bien!, que estaba viva, que podía continuar con mis sueños. Porque si, por muy irónico que suene en un atraco te das cuenta en serio de que estás vivo, de qué tan grande eres, de qué tan sensible es tu alma y cómo sale al descubierto. 

Sin 200 pesos, que no sé por qué aún no he comenzado a imaginarlos con la nueva moneda, llegó un Juan José, que resultó ser policía. Con el que, como si lo conociera de toda la vida, me monté con la estúpida ilusión de coger la placa de la moto. (Tercer error).
Un policía vestido de civil que andaba de vacaciones. Entonces comprendí, que ese día conocí a mi ángel guardián