Para no olvidar...

Todos los seres humanos nacemos siendo originales y únicos. Lamentablemente muchos mueren copias. A.L. - Haz lo tuyo, siempre.

viernes, 27 de mayo de 2011

Jorge: fabricante de emociones

La programación de una sesión fotográfica en la agenda de Jorge Londoño y su equipo de trabajo indica que habrá un detrás de cámaras que grabar.


Una modelo, un fotógrafo, un estilista, un vestuarista y el equipo técnico son solo elementos que deben estar presentes para realizar un detrás de cámaras. No obstante, estos no auguran que sea exitoso, no auguran que el clima esté a su favor, no sirven para asegurar que el cronograma del día será cumplido.


Jorge Londoño tiene como profesión administrador de negocios de la Universidad Eafit, sin embargo, su ocupación radica en la producción de televisión. Desde detrás de cámaras, videos musicales, hasta ‘motion graphics’, es decir, animaciones en 3D Max, ocupan la muestra de su trabajo en su canal de Youtube.


Desde hace doce años este joven está trabajando en la industria de la publicidad, los detrás de cámaras y todo lo que producir televisión conlleva. La Fábrica de Videos es la empresa con la que desde hace dos años, Jorge Londoño, viene firmando sus “productos”, como él les llama.

La realización de un detrás de cámaras debe tener muchos elementos que son necesarios, constantes, por ejemplo, siempre se necesita un cliente que solicite el producto. Sin embargo, este trabajo no tiene nada de rutinario. Cada cliente es diferente, cada sesión trae su afán.



Jorge tiene un cabello corto, color café, similar a la capa dura que cubre al pistacho. Sus ojos color miel se ven resaltados por el sol, combinando casi perfecto con su cabello. Piel caucásica y una barba corta.



“Mi trabajo es dinámico, entretenido, muy exigente y competido, pero me parece lo máximo”. Así se refiere Jorge Londoño Cárdenas de manera apasionada como fabricante de emociones. Capaz de recrear en cualquier imagen una sensación, una idea, un sentimiento, una emoción.
Además afirma que “todo es posible”, reiterando así el slogan de su empresa, La Fábrica de Videos.

Este empresario comienza el día de grabación en su oficina, ubicada en el barrio la Castellana, en el suroccidente de Medellín. El local consta de un estudio fotográfico de 12 por 6 metros de ancho y 5,5 metros de altura. Además, de su oficina y la oficina de su único empleado, Cristian Hincapié, donde se realiza la magia, la edición. Allí hace las llamadas respectivas del día para la sesión de fotos programada para la tarde, luego de ver en la calle el cielo gris que representa problemas con la luz y con los escenarios.

Jorge siempre contacta el resto del equipo para la producción, para esta sesión de fotos el fotógrafo elegido es Fernando Ferro de la Pava. Un longevo pero experimentado artista de gafas y cabello tan corto como la alopecia lo indique. A distancia, intercambian unas cuantas palabras sobre el clima y la preocupación de satisfacer al cliente con unas fotos urbanas y un poco soleadas. La necesidad de un plan B es extenuante para ambos.

Los factores más difíciles de manejar que se presentan en los detrás de cámaras son los exógenos a los participantes y responsables. El tráfico, el clima, las fuentes de energía, la fundición o falla de algún accesorio lumínico pueden acabar con una programación de horas en segundos.

El alto nivel de estrés que una producción puede generar sobrepasa los límites de hambre y sudor. El tiempo representa dinero y el dinero está balanceándose entre el presupuesto de un contrato que el cliente firmó y el aumento gracias a la incertidumbre. Unas gotas de agua en un mal momento o el daño de la cámara pueden reducir un cliente en el “tarjetero de cuero”.

Tras medio día de espera, el clima mejora, el sol hace de las suyas para escabullirse entre las nubes. Jorge Londoño viaja al estudio del fotógrafo, ubicado en el barrio Rosales. Allí se encuentra Andrea Ríos, la estilista, con su gran caja llena de pinturas, brillos, polvos y demás para hacer de cualquier rostro una obra de arte, acompañada por Julieth Valencia, la publicista.

La modelo, Shirley, está retrasada, así que el equipo decide almorzar a dos locales del estudio. Termina el almuerzo, llegan dos asistentes del fotógrafo y aun no hay señas de la modelo.

Dos horas más tarde la modelo llega, anunciada por un alboroto que se da entre las personas que la acompañan. Son los clientes y vienen a ver el “made off” de su producto.

Morena, de cabello negro azabache entra gloriosa al estudio usando sandalias de plataforma, rosadas como las cintas de las camas cunas, que le combinan perfectamente con su bolso. Como si hubiese ganado el primer lugar de algún campeonato, entra sonriendo y besando al fotógrafo en cada mejilla. Luego de las formalidades se escuchan las instrucciones para el maquillaje, el peinado y lo que debe estar empacado, listo para salir a hacer el rodaje en exterior sin contratiempos.

Cajas negras que contienen los equipos, el vestuario con los cambios que la modelo debe usar, entre otros detalles son ubicados en el transporte. Comienza la ruta, la primera parada es en Ciudad del Río, un sector ubicado sobre la Avenida Las Vegas, en la zona suroriental de la ciudad de la eterna primavera.

Todos los elementos técnicos son descargados en el área de trabajo. Las asistentes de Fernando Ferro ubican el flash y demás elementos de iluminación donde su jefe les indica. El show ha comenzado.

Jorge enciende su videocámara, grande, pesada. Aquella que lo ha acompañado durante los días más gloriosos y los más desafortunados. Planos vienen, planos van. Enfoques, “til up”, “til down”, trípodes nivelados y luces organizadas. La modelo hace tres cambios de vestuario, desde sus tacones hasta sus aretes.

“Shirley hazte de lado, sube el pie, sonríe, gira un poco más. La necesito menos peinada, está muy peinada”, ordenaba el fotógrafo mientras sus asistentes organizaban lo que decía y la estilista intentaba obtener, en tres segundos, más volumen en el cabello de Shirley.

Ya son las siete de la noche y acaba el primer escenario. Todos los equipos vuelven a ser ubicados en el transporte. La siguiente parada es al sur de la ciudad, el puente de la Aguacatal, nada más urbano que el corredor lleno de establecimientos que se encuentra debajo de este intercambio vial.

Las luces se convierten en la vida de estos magos del video y de la fotografía. La planta de energía está jugando ahora de protagonista. Mientras que se hacen las últimas tomas y las últimas fotografías.

La noche llega, oscura, trayendo a la memoria las horas trabajadas, el cansancio, el hambre, el desgaste físico y mental por lo que no salió como estaba planeado y por lo que había que lograr en cada foto. El cliente sonríe satisfecho por el productivo día.

El detrás de cámaras está grabado. Ahora, Jorge Londoño, el productor, debe llevar el casete mini DV a su oficina, específicamente a aquella donde se hace la magia.

Por primera vez en el día se respira un poco de aire tranquilo, sin la incertidumbre de lo próximo a grabar. El clima no logró cerrar las expectativas. El equipo ha salido victorioso con su producto.






*Agradecimientos a Jorge Londoño y su equipo


**Fotografías tomadas por Mayteck Arenas

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