Para no olvidar...

Todos los seres humanos nacemos siendo originales y únicos. Lamentablemente muchos mueren copias. A.L. - Haz lo tuyo, siempre.

martes, 31 de enero de 2012

Una mirada al Parque Lleras

Valle de Aburrá. Medellín, Comuna 14: El Poblado.
“Zona Rosa” o “Zona VIP” como algunos de los visitantes lo llaman, el Parque Lleras es uno de día y otro de noche. Es uno para los turistas, uno para los ciudadanos, otro para los vendedores ambulantes y personal de las Terminales de Transporte de Medellín quienes regulan la zona de parqueo.

Hay que decir que sólo es fácil parquear en el día, cuando sólo algunos turistas y personal ejecutivo se pasean a la hora del almuerzo. También en precisos días de la semana, tan lentos y quietos que logran desosegar al alma.

No obstante, cuando el jueves hace su oficial apertura del fin de semana con bombos y platillos, el parqueadero se complica.
Cae la tarde, el sol se oculta, el pico y placa está a punto de comenzar en la ciudad de Medellín. Es semana, parece domingo. Es lunes. La zozobra invade cada escalón de cemento, cada recinto para pájaros que el parque tiene.

Sus luces se encienden, los letreros llaman los ojos, la música está preparada y las parrillas están calientes. Son las 8 p.m. Cafeteras, vasos, platos, servilletas y bebidas se ponen un traje atractivo.
El parqueadero comienza a estar ocupado entre esquina y esquina. Los vendedores ambulantes, con sus pequeñas cajas rojas parecen tener una tienda portátil donde los cigarrillos son el producto más vendido.

La transformación es imposible de ignorar. A las 8:15 p.m. pensar en el cuento de Hans Christian Andersen, “El Patito Feo”, es más que necesario. Como sitio turístico los extranjeros comienzan a pasearse por las famosas pero peligrosas aceras del parque, ya que las tapas de los contadores de agua son constantemente robadas y el camino poco iluminado. Tan sólo el espectro de los neones le permite a los ojos definir el sendero, anteriormente propuesto como el camino convencional.

Las damas llevan unos zapatos que no sólo cubren la anatomía de sus pies, las falanges y metatarsianos sino que tienen una elevación diagonal que las hace ver con más estatura. El maquillaje está listo puesto que el toque de brillo recae sobre las mejillas rojizas que evitan el redondeo del rostro.

Las zapatillas para los caballeros o en su defecto tenis acompañan el sonido de las puertas de los vehículos cuando son cerradas.

Para las 8:30 p.m. la transformación está completa. Una parte importante de la imagen de Medellín para el extranjero se encuentra en manos de locales comerciales claramente divididos y definidos que incitan el cuerpo al entretenimiento. El ocio es sobrellevado con el consumo.
María Ligia Naranjo, es una de las encargadas de administrar y organizar el estacionamiento en las vías del Parque Lleras. Expresa que el parque es visitado por muchos extranjeros. Además, afirma que “vienen de Nueva York, irlandeses, peruanos, mexicanos, de muchas partes”.

Restaurantes con alta reputación, bares con espectáculos privados e ideas ingeniosas, que dejan salir la creatividad paisa, ofrecen a viajeros de todas partes del mundo una manera divertida de ingerir licor y satisfacer su necesidad fisiológica nocturna con el tubo digestivo.

Perspectivas como la de Juvenal Acosta, quien es artesano hace 29 años, presentan al Parque como una plaza importante de trabajo, un mercado con amplio movimiento para las personas que trabajan con manualidades, viven del arte y se lo presentan a los visitantes. El señor Acosta afirma que: “Es un punto de trabajo excelente. Aquí viene mucho turista, se mueve mucho. La mayoría de los turistas vienen acá al Lleras. De aquí de Colombia e internacional también”.

Es claro que el sitio web del Parque Lleras (http://parquelleras.com) proporciona tan solo una de las perspectivas con las que se puede describir a este espacio diseñado para la práctica social. Su inmensa galería fotográfica muestra la perfección de un lugar pensado para la interacción social, el entretenimiento y el uso del tiempo libre, más conocido como ocio.
Sin embargo, más allá de las sonrisas en las fotografías, este parque representa uno de los lugares turísticos más visitados de la ciudad de Medellín, una fuente de empleo y es una muestra de la sociedad postmoderna. No solo es un espacio vacío, sin más intensiones que entretener, también es una muestra de lo que se vive en la ciudad, de cómo se vive y de quiénes lo vivimos.

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